Si de algo se puede estar seguro es que jamás se recuperará. Su vida consumida queda más patente que nunca. Sólo la desfortuna permite que sigan existiendo quienes miran en su andar un descuido perezoso.
Cada vez que se acerca la Ninfa, vibra aquella otra materia divina que se plasma en las epifanías y se instala en la mente, potencia que precede y sostiene a la palabra. Desde el momento en que aquella potencia se manifiesta, la forma la sigue y se adapta, se articula según aquel flujo. Roberto Calasso.
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