Mi desesperación aminora un pasmo. Podría salir un momento a hacer una entrega. Saldría sólo si la voluntad del mundo se contuviera ante mis pasos. Tal vez lo haga, es domingo y día del advenimiento del Sr. Creo que ningún alma, por locuaz e inoportuna que se juzgue extrañamente emparentada con los tiempos ajustados a su medida, no siente el dedo custodio en la nuca. Tengo un momento de ligereza insuperable, podría moverme a mis anchas. Sólo espero no llamar la atención.
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