martes, 2 de febrero de 2010

De por si no tengo maneras para relacionarme. De por sí suelo considerarme un hablador, un sustituto. Un muy inconcluso ejemplo de la realización. No puedo imaginar siquiera que alguien se interese en mí. ¿Por qué habrá de ser? Tal vez por que uso frases mentirosas con las que espero se me juzgue. Como en este mismo momento, recurro a mi lectura de la tarde de El hablador de Louis René Des Forêst. Ahora entiendo un poco de la carcajada somera que le sueltan en la cara a su personaje cuando tiene su segunda crisis de incontinencia, de perorata. No creo en mi. No tengo que precisarme más templanza. Soy un fiasco.

La literatura es una mentira. Yo soy una mentira. Una mentira que tiene conciencia de ser. Que inflama y corrompe. Una mentira que deja mal parado, enseñando las cartas. Ya de por sí una derrota.

3 comentarios:

FA dijo...

y a què o a quièn corrompe?

schémata dijo...

al lector, es un alma proclive a la corrupción

torpor dijo...
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